Cristo no es suficiente

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Hace unos quince años atrás, empecé a asistir a una clase de hebreo bíblico. Quería aprender a leerlo y mejorar en esa área. Mi hermano más grande había conseguido el contacto. Llegamos a un salón pequeño, pero lo que más llamó mi atención fue la vestimenta del maestro: tenía una kipá y, durante la clase, nos compartía su nuevo talit, ese manto que usan algunos judíos. En ambos casos, tanto el de la kipá como el del talit, se demuestra el “orgullo de ser judíos”, según sus propias palabras. La idea de ser judío resulta bastante atractiva a un grupo de “creyentes”, es seductiva y un tanto mística. Pablo lo dice mejor que yo: “¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad…?” (Gálatas 3:1). Y es que las personas parecen hechizadas por las costumbres y practicas judías. Pablo estaba anonadado (Gálatas 1:6), como lo estoy yo, al ver hermanos que correen tras los Judíos Mesiánicos y su errores doctrinales. Cuando los Judíos Mesiánicos llegan a las congregaciones de Cristo, parecen inocentes y sus palabras sobre el hebreo quizá llaman la atención de algunos incautos. Pero al predicador bien preparado sobre el evangelio, de inmediato se le prende un foco rojo. ¿Qué peligros hay si se abraza la doctrina de los Judíos Mesiánicos? ¿Son sus enseñanzas carentes de error? En este libro encontrarás la respuesta a esas y otras preguntas.